La convivencia vecinal se basa en valores como la solidaridad, el respeto, la responsabilidad mutua y la cooperación. El ejercicio de estos valores favorece el sentido de pertenecer a la comunidad y ser considerado miembro de ella. Son también la base del civismo, que se puede entender como el conjunto de cualidades (actitudes y comportamientos) que permiten a los ciudadanos y ciudadanas vivir en comunidad, respetando y aceptando siempre las reglas del juego de la democracia y los derechos fundamentales.
El ejercicio de la convivencia y el civismo corresponde al conjunto de personas que viven en una población, no puede existir una comunidad sin un sentido y una práctica de la responsabilidad. El estilo de vida, en los conjuntos residenciales, que en sus inicios impactó en estratos medio y alto y que hoy está popularizado como tipo de vivienda, tiene también sus responsabilidades, porque donde hay derechos también existen deberes.
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La convivencia sana y la buena vecindad se constituyen en retos de los copropietarios y administradores de los conjuntos residenciales. Pero ¿Cómo convivir en comunidad sin morir en el intento? El éxito de una copropiedad está en el conocimiento y la buena aplicación de la Ley 675 de 2001, que rige las propiedades horizontales. Esto les corresponde a los administradores, los llamados a poner orden.
Buen trato con los vecinos: Debe establecerse en el manual de convivencia la buena vecindad como un acto fundamental para preservar la tranquilidad y el buen trato entre vecinos. También es necesario contemplar sanciones cuando el orden se altere.
Administrador idóneo: En el manejo de propiedades horizontales es fundamental tener conocimiento amplio de la Ley 675 de 2001. Y para ello es clave que quien administre tenga el perfil, experiencia y capacitación para el cargo. Hay que tener en cuenta que este maneja recursos.
Buen uso de bienes comunes: Tanto propietarios como residentes (arrendatarios) tienen el deber de hacer buen uso de las áreas o bienes comunes tales como salones sociales, piscinas, gimnasios, sitios de juegos entre otros. Esto implica respetar horarios y no privatizarlos.
Un buen reglamento de propiedad horizontal: El documento debe cumplir con la ley y señala las normas y reglas de juego para lograr una convivencia sana. Debe estipular las conductas sujetas a sanciones y la comunidad lo puede ajustar de acuerdo con sus necesidades.
El manual de convivencia: Son normas, estrategias y acciones que orientan y regulan la buena convivencia. Es una invitación a vivir bien, a la buena vecindad, al respeto, la tolerancia, solidaridad, a cuidar los bienes comunes y a ayudar a mantener la armonía y el buen ambiente.
Convivir sin hacer ruidos exagerados: La contaminación auditiva es uno de los problemas de convivencia más frecuentes en propiedades horizontales. El copropietario tiene derecho a exigir tranquilidad cuando la vea perturbada por los ruidos exagerados.
El debido proceso: En el reglamento de propiedad horizontal se debe incluir el cumplimiento del debido proceso antes de imponer sanciones. Hay que escuchar la parte afectada, hacer llamados de atención y realizar pruebas si es necesario antes de sancionar.
Pagos cumplidos de la cuota de administración: Es deber de los copropietarios pagar la cuota de administración. Con ella la propiedad horizontal se sostiene y se garantizan servicios. El administrador tiene la obligación de cobrar y recaudar dichas expensas comunes.
La tenencia de mascotas: Sin duda es uno de los temas que genera más problemas de convivencia en los conjuntos residenciales. Por ello es importante que los tenedores de mascotas se acojan a lo establecido en el reglamento de propiedad horizontal.
Asistencia a las asambleas de copropietarios: Aunque la no asistencia a las asambleas de copropietarios puede ser sancionada, si así se establece en el reglamento de propiedad horizontal, esto debe ser un deber del propietario con su patrimonio y la comunidad.
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